Pensamiento oscilatorio de octubre.
Tengo la sospecha de que estoy huyendo de mi misión en esta vida. Cuando vengo camino del trabajo preguntándome qué puedo hacer para mejorar, adelantándome a los problemas que se vislumbran como para el día siguiente, y siempre tratando de ir un paso adelante, ignorando mis impulsos por detener el auto y prestar atención a todos esos rostros ausentes y desconocidos que esperan donde antes solía existir una mueblería, en la avenida Félix U. Gómez. Parece, y sólo para mi parece, que todos ellos han olvidado que la vida tiene un significado y con rostros más que cansados y apabullados, miradas caídas que desaprueban el engañoso, bastante dudoso desarrollo de esta ciudad, tienen algo por decir pero no encuentran las palabras, o pareciera que ya ni siquiera las hay. En una esquina absurda y burlona. Tal vez ni siquiera son ellos y ni siquiera parece, y en realidad soy yo quien ya no puede soportar verles y que me reflejen en la cara todas esas nebulosas ideas que suelo callar. Porque ¿Para ...