En la taza.
Una taza de café que para André significó uno de los trastes más que tenía que lavar.. Para su padre era el principio de una relación con su hija, era la obtención y el rescate del último rastro de confianza que había quedado entre ellos. Era una esperanza de recuperar a su hija.
Mariel mientras tanto había logrado despejarse un poco y ahuyentar al sueño para así estudiar unas cuantas horas más, preparándose para su examen final que sería a las siete de la mañana. Su padre con los ojos abrillantados por las cálidas lágrimas reprimidas en ellos, tranquilamente se dispuso a recostarse. Valía la pena el reclamo de André por aquella luz encendida que le inquietaba y las voces que habían interrumpido su sueño. También valía el sermón del papel de la típica ama de casa y sus comparaciones con cualquier otra trabajadora doméstica.
El padre no sabía mucho sobre las intenciones de Mariel en los aspectos banales de la vida, no conocía los proyectos de su hija, ni si ésta mantenía relaciones sexuales sin protección, no le importaba si había cometido un crimen o había sido expulsada de su escuela. Ni siquiera le importaba su regreso a la misma y la preparación de su examen. Los cambios tan notables que habían sucedido en ella. Para él sólo existía una sonrisa bella, joven y encantadora en la muer más especial de su vida, su hija.
Había conocido la felicidad al verla nacer y la desdicha al verla partir y ocultarse de él .
La taza de café tan vacía y el corazón de aquel señor tan lleno.
En cada sorbo de esa taza se veía el reflejo de la infancia de Mariel, noches de desvelo jugando con su padre quién ahora se encontraba en silenciosa agonía. Esa puerta que ahora está cerrada y antes era ella misma quien la pedía abierta pues así su padre le escucharía más pronto para atender a su llamado.
El tiempo pasa y nada se detiene. Todo termina tan rápido y sin darse cuenta.
Ahora él sabe que todas aquellas noches en vela no fueron suficientes, nada ha sido suficiente para detener el tiempo.
Mariel sólo le mira con vagos recuerdos y se resigna al fin de ese hombre invencible considerado superhéroe. Ahora él es sólo un hombre que le ha dado la vida. Una pieza común para el ciclo de la vida. Para él, ella es su más grande y preciado tesoro.
El tiempo ha transcurrido y ella sólo espera ese día en que será quien le deje una flor a su eterno reposo.
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